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LA ASTRONOM�A MAYA � � Alexandra Rodr�guez Romero |
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La Astronom�a Maya compone el conjunto de estudios sobre los astros que realizaron los mayas y que hoy siguen sorprendiendo a los cient�ficos. Su obsesi�n por el movimiento de los cuerpos celestes se basaba en la concepci�n c�clica de la historia, y la astronom�a fue la herramienta que utilizaron para conocer la influencia de los astros sobre el mundo.
Los mayas eran un grupo de pueblos ind�genas mesoamericanos perteneciente a la familia ling��stica maya o mayense, que tradicionalmente han habitado en los estados mexicanos de Yucat�n, Campeche, Tabasco y Chiapas, en la mayor parte de Guatemala y en regiones de Belice y Honduras.
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Los dioses mayas se distinguen por su naturaleza antropomorfa, fitomorfa, zoomorfa y astral. La figura m�s importante del pante�n maya es Itzamn�, dios creador, se�or del fuego y del coraz�n. Representa la muerte y el renacimiento de la vida en la naturaleza. Itzamn� se vincula con el dios Sol, Kinich Ahau, y con la diosa Luna, Ixchel, representada como una vieja mujer endemoniada. Algunos investigadores opinan que su nombre deriva de las palabras con que supuestamente se defini� ante los hombres: "Itz en Caan, itz en muyal" ("Soy el roc�o del cielo, soy el roc�o de las nubes"). Pero tambi�n parece que significa "casa de la Iguana" y, conforme a esta idea, habr�a cuatro Itzamn�s, correspondientes a las cuatro direcciones del universo. Itzamn�, en la mitolog�a maya, es la divinidad m�s importante, el se�or de los cielos, del d�a y de la noche. Suele aparecer como un dios cu�druple, caracter�stica m�gica que tambi�n se ve en la c�bala jud�a y el tetragr�maton, las cuatro letras de dios y el valor m�gico del n�mero cuatro. Los itzamn�s abarcan el Universo y, como en otras culturas mesoamericanas, est�n relacionados con los cuatro puntos cardinales y sus colores: Este, rojo; Norte, blanco; Oeste, negro; Sur, amarillo. Se le identifica unas veces con el dios creador Hunab Ku y otras con el dios Sol, Kinich Ahau. Se manifestaba como mujer bajo el nombre de Ixchel, diosa de la Luna y de las artes femeninas. Su imagen es la de una vieja desdentada, con los p�mulos hundidos y la nariz grande. A su car�cter divino, debe agregarse su condici�n de h�roe cultural, inventor de la escritura y de los libros y protector de la medicina. Cuatro genios o divinidades, los Bacabs, por otra parte, aparecen como sostenedores del cielo, los identificados con los cuatro puntos cardinales, un �rbol (la ceiba sagrada) y un ave. Seg�n la versi�n de ciertos pueblos mayas, ser�a hijo de Hunab Ku, ser supremo y todopoderoso.
Chac, que se destacaba por su larga nariz, es el dios de la lluvia y suele aparecer multiplicado en chacs, divinidades que producen la lluvia vaciando sus calabazas y arrojando hachas de piedra. Las uo (ranas) son sus acompa�antes y act�an como anunciadoras de la lluvia. Ligado con la vegetaci�n y con un alimento primordial entre los mayas y otras culturas precolombinas es el joven dios del ma�z, Ah Mun, en frecuente lidia con el dios de la muerte, Ah Puch, se�or del noveno infierno. Otras divinidades asociadas con las tinieblas y la muerte son Ek Chuah, dios negro de la guerra, de los mercaderes y de las plantaciones de cacao. Sobresale tambi�n Ixtab, diosa de los suicidios.
La similitud y los contactos entre la cultura maya y la azteca explican la aparici�n entre los mayas de la Serpiente Emplumada (Quetzalc�atl), que recibe el nombre de Kukulc�n en Yucat�n y de Gucumatz en las tierras altas de Guatemala.
El dios Jaguar se considera se�or de la noche estrellada, aunque en realidad reina al mismo tiempo en el cielo, en la tierra y en el mundo subterr�neo de las sombras. Bajo distintos nombres (onza, ocelote, yaguaret�) aparece en distintas mitolog�as de �frica y Am�rica, como en la tup�-guaran�, en una de cuyas leyendas se cuenta que "Jaguar revent� el vientre de Sol, lo comi�, le roy� los huesos" o, seg�n otra versi�n, que tiene una piel de color azul celeste y est� esperando la orden divina para devorar a la humanidad.
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Los mayas cre�an que hab�a trece cielos dispuestos en capas sobre la tierra y que eran regidos por sendos dioses llamados Oxlahuntiku. La tierra se apoyaba en la cola de un enorme cocodrilo o de un reptil monstruoso que flotaba en el oc�ano. Exist�an nueve mundos subterr�neos, tambi�n dispuestos en capas, y regidos por sendos dioses, los Bolontiku, que gobernaban en interminable sucesi�n sobre un "ciclo" o "semana" de nueve noches. El tiempo era considerado una serie de ciclos sin principio ni fin, interrumpidos por cataclismos o cat�strofes que significaban el retorno al caos primordial. Pero nunca se acabar�a el mundo porque cre�an en la palingenesia, la regeneraci�n c�clica del universo. Los libros del Chilam Balam exponen predicciones acerca de esos ciclos de destrucci�n y renacimiento, como la que relata la sublevaci�n de los nueve dioses contra los trece dioses celestiales, el robo de la gran Serpiente, el derrumbe del firmamento y el hundimiento de la tierra. Tambi�n en el Chilam Balam se dice que en 1541 llegaron los dzules, los extranjeros. Hasta ese momento estaba medido "el tiempo de la bondad del sol, de la celos�a que forman las estrellas, desde donde los dioses nos contemplan", pero llegaron los dzules y lo deshicieron todo. "Ense�aron el temor, marchitaron las flores, chuparon hasta matar la flor de los otros porque viviese la suya": hab�an venido "a castrar al Sol". Seg�n los mayas lacandones, cuando se acabe el mundo los dioses decapitar�n a todos los solteros, los colgar�n por los talones y juntar�n su sangre en vasijas para pintar su casa. Despu�s reconstruir�n la ciudad de Yaxchil�n, donde se habr�n refugiado los lacandones. Seg�n otra versi�n, los jaguares de Ciz�n, dios del inframundo, se comer�n al Sol y la Luna.
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Congreso de astr�nomos
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Cop�n fue uno de los centros mayas que m�s contribuy� al desarrollo de la astronom�a; all� se celebraron varios congresos de astr�nomos. El altar Q (en la fotograf�a), en el que aparecen 16 astr�nomos �cuatro en cada cara lateral�, fue erigido en conmemoraci�n de uno de estos congresos.
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Richard A. Cooke III/Corbis Media
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El calendario solar maya era m�s preciso que el que hoy utilizamos. Todas las ciudades del periodo cl�sico est�n orientadas respecto al movimiento de la b�veda celeste. Muchos edificios fueron construidos con el prop�sito de escenificar fen�menos celestes en la Tierra, como El Castillo de Chich�n Itz�, donde se observa el descenso de Kukulk�n, serpiente formada por las sombras que se crean en los v�rtices del edificio durante los solsticios. Las cuatro escaleras del edificio suman 365 pelda�os, los d�as del a�o. En el C�dice Dresde y en numerosas estelas se encuentran los c�lculos de los ciclos lunar, solar, venusiano y las tablas de periodicidad de los eclipses.
Entre los mayas, la cronolog�a se determinaba mediante un complejo sistema calend�rico. El a�o comenzaba cuando el Sol cruzaba el cenit el 16 de julio y ten�a 365 d�as; 364 de ellos estaban agrupados en 28 semanas de 13 d�as cada una, y el a�o nuevo comenzaba el d�a 365. Adem�s, 360 d�as del a�o se repart�an en 18 meses de 20 d�as cada uno. Las semanas y los meses transcurr�an de forma secuencial e independiente entre s�. Sin embargo, comenzaban siempre el mismo d�a, esto es, una vez cada 260 d�as, cifra m�ltiplo tanto de 13 (para la semana) como de 20 (para el mes). El calendario maya, aunque muy complejo, era el m�s exacto de los conocidos hasta la aparici�n del calendario gregoriano en el siglo XVI.
Los mayas eran astr�nomos absolutamente realizados. Su principal inter�s, en contraste con los astr�nomos "occidentales", era estudiar los movimientos del Sol sobre sus latitudes. Todos los a�os, el sol viaja a su punto del solsticio del verano, o a la latitud de 23-1/3 grados del norte.
La mayor�a de las ciudades mayas estaban localizadas al sur de esta latitud, lo que significa que podr�an observar el sol directamente por encima durante el tiempo que pasaba sobre su latitud. Esto suced�a dos veces al a�o, en tiempos iguales alrededor del d�a del solsticio.
Los mayas pod�an determinar f�cilmente estas fechas, porque en el mediod�a local, no hab�a sombra. Las observaciones del paso por el cenit son posibles solamente en las zonas tropicales y eran absolutamente desconocidas por los conquistadores espa�oles que descendieron sobre la pen�nsula de Yucat�n en el decimosexto siglo. Los mayas ten�an un dios que representaba dicha posici�n del sol, llamado el dios del salto.
Venus era el objeto astron�mico de mayor inter�s. Quiz� lo conoc�an mejor que cualquier otra civilizaci�n que no perteneciera a Mesoam�rica. Pensaron que era m�s importante que el sol. Lo miraron cuidadosamente mientras se mov�a a trav�s de sus estaciones y se dieron cuenta que tardaba 584 d�as en coincidir la Tierra y Venus en la misma posici�n con respecto al Sol. Adem�s, se fijaron que transcurr�a cerca de 2922 d�as para que la Tierra, Venus, el Sol y las estrellas coincidieran.
El patr�n de Venus se cuenta generalmente en la conjunci�n inferior, esa vez en que Venus pasa entre el Sol y la Tierra. Un diagrama de esta situaci�n se puede considerar a la izquierda.
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Seg�n sus observaciones, durante este per�odo, Venus no se pod�a ver desde la Tierra, ya que desaparece por un per�odo de 8 d�as aproximadamente. Cuando se sale justo despu�s de la conjunci�n inferior, es decir, cuando aparece despu�s en el cielo de la ma�ana, el llamado orto heliaco (porque sale con el Sol), era la posici�n m�s importante de Venus.
Despu�s salir, Venus alcanza su mayor brillo. Entonces se ir� hacia el oeste, movi�ndose r�pidamente (en el movimiento retr�grado) lejos del Sol. Luego seguir� siendo visible cerca de 260 d�as en el cielo de la ma�ana hasta que alcanza la conjunci�n superior. En este punto, Venus est� en el lado opuesto del Sol respecto de la Tierra. Llega a ser d�bil, hasta que se sumerge bajo el horizonte, para volver a aparecer en el lado opuesto del Sol al cabo de 50 d�as. Despu�s sale como estrella de la tarde y sigue en el cielo nocturno alrededor de 260 d�as hasta que pasa por el este y brilla m�s intensamente antes de llegar la conjunci�n inferior otra vez.
Los Mayas hicieron observaciones diarias en Venus, el cual ten�a un efecto psicol�gico sobre los Mayas y otras culturas de Mesoam�rica. Se ha demostrado que med�an el tiempo de algunas de sus guerras bas�ndose en los puntos inm�viles de Venus y de J�piter. Hac�an sacrificios humanos despu�s de la conjunci�n superior, cuando Venus estaba en su magnitud m�s d�bil porque tem�an m�s el primer orto heliaco despu�s de la conjunci�n inferior.
En el c�dice de Dresde, los Mayas ten�an un calendario que exhib�a el ciclo completo de Venus. Contaron cinco sistemas de 584 d�as, 2.920 d�as en total u 8 a�os aproximadamente, y cada 5 repeticiones de Venus completaban un ciclo.
Los Mayas pensaban que evidentemente no era m�s que un trozo sobre el Sol y� lo observaron hasta alcanzar una trayectoria fuera de la ecl�ptica. Observaron la variaci�n de su trayectoria a lo largo del a�o por el horizonte. En Chichen Itz�, durante �la puesta del Sol, la serpiente de la estrella se levanta encima del lado de la escalera de la pir�mide llamada El Castillo en el d�a del equinoccio de primavera y de oto�o. Los Mayas no solo conoc�an los extremos del Sol en los solsticios, sino tambi�n los equinoccios en que el sol parec�a salir justo al este o justo en el oeste. Las observaciones de la ecl�ptica deben haber sido una porci�n importante de la observaci�n solar maya.
Los Mayas ten�an un componente lunar en sus inscripciones del calendario. Despu�s de obtener la informaci�n sobre las fechas de los calendarios mayas, las inscripciones t�picas mayas contienen un c�mputo lunar. La cuenta lunar se basaba en 29 o 30 d�as. El per�odo sin�dico lunar consta de aproximadamente 29,5 d�as, as� que alternando su cuenta entre estos dos n�meros la luna tambi�n fue introducida cuidadosamente en la secuencia del calendario. El conocimiento lunar �tambi�n era importante para ellos porque permit�a hacer predicciones de eclipses: un almanaque para predecirlos est� contenido en el C�dice de Dresde.
Los Mayas retrataron la ecl�ptica en sus ilustraciones como una serpiente de dos direcciones. La ecl�ptica es la trayectoria del Sol en el cielo marcada por un grupo de constelaciones fijas de estrellas. Aqu� la Luna y los planetas pueden verse porque est�n limitados, como la Tierra, por el Sol. Las constelaciones en la ecl�ptica tambi�n se llaman constelaciones del zodiaco. No se sabe exactamente cu�les fueron las constelaciones fijas en la ecl�ptica vista por los mayas, pero hay una cierta idea del orden en algunas partes del cielo. Se sabe que hab�a un escorpi�n, que comparamos con nuestra propia constelaci�n de Escorpio, pero con la diferencia de que sus pinzas coincid�an con la actual constelaci�n de Libra. Tambi�n se ha encontrado que G�minis aparec�a en la cultura maya como un cerdo o un pecar�, (un animal de la familia del cerdo). Otras constelaciones en la ecl�ptica eran identificadas como un jaguar, una serpiente, un palo, una tortuga o un monstruo del xoc, es decir, un tibur�n o monstruo del mar. Las Pl�yades eran vistas como la cola de una serpiente de cascabel que se llamaba "Tz'ab."
La V�a L�ctea (nuestra galaxia) era venerada por los mayas. La llamaron el �rbol del Mundo y era representada mediante un �rbol en flor alto y majestuoso, el Ceiba. La figura blanquecina tambi�n fue llamada el Wakah Chan. Wak significa "erguido". Chan o K'an significa "cuatro", "serpiente" o "cielo". El �rbol del Mundo se encuentra en el cenit cuando Sagitario est� por encima del horizonte. En este tiempo la V�a L�ctea sale por encima del horizonte y cruza el meridiano. Las nubes de estrellas que forman el llamado actualmente �Camino de Santiago� fueron vistas como el �rbol de la vida de donde proviene toda la vida. Cerca de Sagitario, el centro de nuestra galaxia, donde el �rbol del mundo cruza la ecl�ptica, era de especial atenci�n para los Mayas. Un elemento importante del �rbol del mundo es el monstruo Kawak, de cabeza gigante. Este monstruo era tambi�n una monta�a o un monstruo del witz. Un taz�n de la fuente del sacrificio en su cabeza contiene una l�mina del pedernal y el jerogl�fico de Kimi que representa la muerte. La ecl�ptica se representa a veces como una barra que cruza el eje principal del �rbol del mundo, representado una forma muy similar a la cruz cristiana. Encima del �rbol del mundo encontramos un p�jaro llamado Itzam Ye, el p�jaro m�s importante. Hay evidencias que demuestran que el Sol se aparec�a en el �rbol del mundo en el solsticio de invierno.
Cuando en los meses de invierno la V�a L�ctea dominaba el cielo, fue llamada "serpiente blanca deshuesada". Esta parte de la V�a L�ctea hab�a pasado por encima en el cielo nocturno durante la estaci�n seca. No es brillante como las nubes de estrellas que dominan el norte del cielo del ecuador durante los meses de verano, pero los observadores en zonas oscuras podr�n ver el resplandor f�cilmente. Aqu� la ecl�ptica cruza dicha V�a L�ctea otra vez, cerca de la constelaci�n de G�minis que era la localizaci�n aproximada del Sol durante solsticio del verano. Es posible que las quijadas de la serpiente Blanco-Deshuesada fueran representadas por la cabeza del monstruo de Kawak.
Los reyes Mayas midieron el tiempo de sus rituales de accesi�n en consonancia con las estrellas y la V�a L�ctea. Celebraron reuniones del k'atun aproximadamente cada veinte a�os. Al final del per�odo del k'atun, una de las reglas de los mayas era levantar una figura, llamado �rbol de piedra, para conmemorar el acontecimiento. En la figura de piedra se representaban la hora de estas ceremonias e iban vestidas con los trajes que conten�an los s�mbolos asociados al �rbol del mundo. En sus sombreros llevaban el p�jaro principal, Itzam Ye, y en sus brazos sosten�an una barra ceremonial que representaba a la serpiente de dos direcciones de la ecl�ptica. Usando los elementos del traje del �rbol del mundo la regla de los mayas estaba ligada al cielo, a los dioses y a ese ingrediente esencial, la vida. Adem�s, se ha encontrado que cuando la reuni�n del k'atun coincid�a con ciertas posiciones planetarias, los mayas iban a la guerra para obtener prisioneros. La cosmolog�a maya era una filosof�a viva y religiosa que impregn� sus vidas a un modo que puede parecer excesivo para la gente moderna. Ellos eran observadores astutos, sensibles a la naturaleza c�clica del sol, de la luna y de los planetas.
Referencias:
www.michielb.nl/maya/astro.html
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